Picar cebolla.

Partir en capas y en cuadritos,

deconstruirlo todo.

Hasta convertir un cuento en poema –

 

Este ha sido el invierno más helado de los últimos 7 años.

Y yo aquí, muerta (de frío) y con hambre,

tratando de prepararme algo de comer.

Pero nada se compara ya con la frialdad de mis pensamientos.

 

El móvil al lado y yo sigo sin encontrar la voluntad

para responder algún mensaje,

ni la voluntad para hacer más de lo mínimo

para mantener esta vida

(en la que me dejaste).  

 

Cómo quisiera sentir algo;

tragarme un engaño, lento,

a besitos, como se bebe un buen tequila.

Caer en un juego, aunque ya me lo sepa,

dejar que me deslumbre hasta la ceguera

y sin miedo entregar más que mi cuerpo.

 

Por un rato, aunque sea,

perderme, pelearme, enamorarme.

Efervescer y volver a ser

(aquella que fui contigo).

 

Más los años no corrieron en vano,

 Y (des)afortunadamente,

la experiencia me enseñó a frenar

antes de dejar arrastrarme a cualquier barranco.

(Porque me lastimé mucho cuando caí en el tuyo)

 

Siendo honesta, ya no bebo tequila, ni me peleo,

ni me enamoro, mucho menos me precipito

(y ningún barranco ha vuelto a valer la pena).

 

No me reconozco, si pienso en aquella,

que inexperta y valiente

lo perdió todo en una mirada y una apuesta.

No me reconozco en viejas fotografías, ni en anécdotas,

ni siquiera en mis propios recuerdos.

 

Y nunca sabré quién fue aquella de la que te enamoraste,

la que llevaba mi nombre, la que te amaba.

Porque yo ya no soy (ella).

 

Un par de arrugas no hacen que mi cara se vea distinta

de la de aquella niña que fui

(antes de conocerte).

Pero qué cansada traigo la mirada.

Y ni con las pupilas dilatadas, y los ojos abiertos

le encuentro sentido a lo que veo en el espejo.

 

Desde que no estás, la oscuridad me calma.

Ahora da más miedo todo cuando lo veo;

Miradas y vidas cada vez más vacías,

Presencias, que alguna vez fueron tesoros,

y ahora estorbosas se han vuelto demasiadas.

 

Montones de recuerdos desordenados

que ya no hablan de mí,

y la intrascendencia…

que al fin está por alcanzarme.

 

Heladas, mis manos, no logran picar bien la cebolla.

El último invierno así de frío,

estabas tú ahí para abrazarme

(y para calentar mis sábanas).

Tal vez estoy tan fría que, por eso,

ya ni picando la cebolla, me salen lágrimas.

 

Ingenua, tanto quise una despedida.

Un final, un adiós, un cierre.  

Sin entender que la vida es un flujo constante

Sin capítulos, donde el único final será la muerte

Y el presente es sólo un instante

donde convergen pasado y futuro en su totalidad.

 

A veces, recuerdo cuánto te quería y vuelvo a quererte.

Recuerdo cuánto me dolías y vuelve a dolerme

Y quisiera regresar al pasado

y decir que todo va a estar bien

(pero hasta ahora sigue sin estarlo).

 

El hueco que dejaste no lo lleno con nada…

pero ya no lo lleno tampoco contigo.

 

Y lo que iba a ser, ya no fue.

nos lo perdimos, los dos.

Ahora entiendo, que ya ni te conozco

Ya ni siquiera me reconozco a mí.

 

Quisiera saber quién sería si no nos conociéramos.

¿Cambiaría algo o seríamos los mismos?

Tal vez encontrarnos fue cualquier cosa,

No hubo destino, ni trascendencia

el significado se lo inventamos nosotros.

 

(Sólo quería una despedida,

porque quería volver a verte.)

 

Y por qué no? De una tajada con el cuchillo me corto un dedo.

 

El dolor siempre encuentra la manera de hacerse gráfico.

Reclama su derecho y se hace presente.

Que aunque no quiera, vuelvo a sentir.

Que aunque no duela, la cicatriz revienta

Y en cada gota derramada, se escapa un recuerdo

(de los que antes, recordaba).

 

Sané la herida, me tomé un analgésico

y empecé a llorar…

como si la mitad de mí siempre tuviera que estar anestesiada.

porque todo, a veces me parece demasiado

por eso te he venido soltando de a poquitos

porque soltar, siempre me duele.

 

Y te recordaré, a pesar de que ya me olvidé de todo.

Hasta cuando me olvide de tu cara y tu nombre.

Te seguiré queriendo, a pesar de que ya no siento nada

Y seguirás siendo parte de mí

aunque ya no le encuentro sentido

a no olvidarte.

 

Si ya no te/me alcanzo a ver.

 

 

(Pierdo hasta la pérdida,

cuando me doy cuenta de que ya no pierdo nada).