Despertar con la alarma y sin tus besos:
Otro obligado comienzo
adornando el café con leche
como queriendo atenuar el sabor de tu recuerdo.
El momento en el que me riñe el calendario
reprochando un día más que pasa,
señalando que el “mañana” no llegó
y que el “ayer” no regresará, nunca.
Millares de risas distraídas,
pies quietos, como soldados al suelo
un par de piedras más en la mochila
y al fondo del cajón, las bragas que dejaste.
Un cementerio de sueños
conjugados en pretérito imperfecto
un vacío que escuece
y ésta cicatriz que dejó de doler.
Los recuerdos que se esfuman
como vapor por la rendija
y la certidumbre de tu existencia
convirtiéndose en anonimato.
El arrepentimiento de la decisión no tomada,
la ansiedad del que no espera nada;
Trozos de culpas y en mis manos
las huellas de todo lo que dejé ir.