No es él,
Fuego contenido de invierno.
No son sus ojos, ni sus labios, ni sus brazos,
Ese lugar al que alguna vez llamé hogar.
Es esa ausencia de lo que antes poseía
Reminiscencias de recuerdos
Que reviven de noche
Y me susurran su nombre al oído
La vaga costumbre de haber tenido algo
Y la agonía que prevalece tras el despojo
Dejando el mal hábito de recordarlo
Cuando el sol se oculta, desamparándome.
Eso que confundí con su fuego, el calor.
Necesidad de todas las almas en agonía,
que muerta de frío a veces encuentro
Cuando me dejo perder en instantes pequeños.
Y luego llegas tú,
Ese lugar donde todo se olvida
Donde la esperanza acaricia las penumbras de mi mente
y el presente es lo único que queda por existir.
Donde la marea se serena
Y despierta la primavera en mi alma
donde me besas y caigo sin miedo
de pie, en mi centro.
En ese lugar que mi alma atormentada tanto ansiaba.